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Cómo ser un líder proactivo y tomar la iniciativa en el trabajo en 2026

¿Esperás a que te digan qué hacer? Descubrí cómo ser un líder proactivo y tomar la iniciativa para acelerar tu carrera, basado en 18 años de experiencia como CEO.

¿Alguna vez te sentiste un espectador en tu propio trabajo? Ves pasar las oportunidades, notás los problemas, pero te quedás esperando a que alguien más, alguien con un título más rimbombante en el organigrama, dé el primer paso. Es una sensación frustrante, como ver un partido desde el banco de suplentes sabiendo que podrías estar en la cancha marcando la diferencia.

El problema es que nos enseñaron a seguir reglas, a colorear sin salirnos de las líneas. Nos vendieron la idea de que el liderazgo es un permiso que se otorga, un cargo que se asigna. Pero la realidad, la que yo viví durante 18 años liderando equipos de más de 500 personas en Staples, es radicalmente distinta. El verdadero liderazgo, el que transforma carreras y empresas, no pide permiso. Se toma.

En este artículo no te voy a dar una lista de tips genéricos. Vamos a desarmar la diferencia entre ser un simple ejecutor y un verdadero líder proactivo. Te voy a mostrar, con ejemplos reales y una historia que es casi una biblia de liderazgo, cómo podés empezar a tomar la iniciativa hoy mismo, sin importar tu puesto. Porque ser proactivo no es una habilidad blanda, es la estrategia definitiva para dejar de ser un actor de reparto y convertirte en el protagonista de tu carrera.

¿Qué significa realmente ser un líder proactivo?

Ser proactivo no es simplemente "tener iniciativa". Es una forma de ver el mundo. Es la diferencia entre reaccionar a los problemas y anticiparlos. Es dejar de preguntar "¿qué hago?" y empezar a proponer "¿y si hacemos esto?".

En mi experiencia, un líder proactivo es el que entiende que si hacemos solo lo que nos dicen, el pasado es nuestro techo. Es alguien que, como Alan, el monje copista de mi historia, busca constantemente mejoras marginales, incluso cuando la regla es "siempre lo hicimos así".

La proactividad es un músculo. Empieza con pequeñas acciones:

  • En lugar de reportar un problema, presentá el problema con una solución propuesta.

  • En lugar de esperar la reunión semanal, convocá una de 15 minutos para resolver algo urgente.

  • En lugar de quejarte de un proceso, documentalo y proponé una mejora.

No se trata de desobedecer por sistema, sino de entender la misión de la organización tan bien que podés tomar decisiones que la favorecen, incluso si rompen una regla menor. Como decía en mi artículo sobre Alan: "Los humanos siempre trataremos de romper las reglas, por eso es clave discutir la Misión y Valores de la organización como hábito."

Monje medieval aprendiendo a usar la imprenta, simbolizando adaptación al cambio tecnológico

La mentalidad reactiva: la trampa del "no es mi responsabilidad"

La mayoría de las personas operan en modo reactivo. Esperan instrucciones. Si algo se rompe, esperan a que alguien lo arregle. Si un cliente se queja, escalan el problema. Es la mentalidad del "no es mi trabajo", la que te mantiene seguro, cómodo y completamente estancado.

Imaginá este experimento mental que propuse en mi artículo "El Liderazgo no pide permiso": un día, todas las jerarquías, los puestos y los contratos desaparecen. Solo quedan las personas y el trabajo por hacer. ¿Qué harías?

  • Opción A (Reactiva): Ir al bidón de agua a conversar, esperar a que "alguien resuelva".

  • Opción B (Proactiva): Percibir la oportunidad y empezar a tomar decisiones.

El 90% de la gente elige la opción A. Se paralizan porque les quitaron el mapa. Un líder proactivo, en cambio, ve un lienzo en blanco. Entiende que el liderazgo no es el cargo, es la acción.

Peón de ajedrez tomando la iniciativa y moviéndose fuera de su posición tradicional

Leo Piccioli, ex-CEO de Staples Latinoamérica y autor del best-seller "Soy Solo", comparte en este artículo insights basados en 18 años liderando equipos de más de 500 personas.

Cómo desarrollar un liderazgo proactivo: 5 pasos accionables

Convertirte en un líder proactivo no sucede de la noche a la mañana. Requiere intención y práctica. Acá tenés un plan de 5 pasos para empezar a construir ese músculo.

1. Cuestioná las respuestas de siempre

Si ante una pregunta, la respuesta es siempre la misma, la pregunta está mal hecha. Desafiá las verdades absolutas de tu equipo. Preguntá "¿Qué pasaría si...?" o "¿Hay alguna otra forma de ver esto?".

2. Pensá estratégicamente (incluso si no es tu rol)

En cualquier conversación, intentá entender el objetivo final. Como decía en mi artículo, "para una comunicación efectiva suele alcanzar con que uno de los dos piense estratégicamente". No te quedes en la tarea, pensá en el impacto.

3. Buscá el conflicto entre objetivos

Cuando te den dos objetivos que parecen igual de importantes (ej: "rápido y perfecto"), ponelos en conflicto. Preguntale a tu jefe: "Si tuvieras que elegir, ¿qué preferís: rápido y con errores, o lento y perfecto?". Esta pregunta, que le hice a mi abad imaginario en la historia de Alan, obliga a priorizar y te da claridad para actuar.

4. Tomá decisiones pequeñas

No tenés que empezar decidiendo el futuro de la compañía. Empezá con decisiones pequeñas que estén dentro de tu círculo de influencia. Organizá una reunión, proponé un cambio en un template, ofrecete como voluntario para un proyecto. La proactividad se alimenta de pequeñas victorias.

5. Actuá como dueño

Esta es la más importante. Preguntate: "Si esta fuera mi empresa, ¿qué haría?". Esta simple pregunta cambia tu perspectiva por completo. Te obliga a pensar en costos, beneficios, clientes y el largo plazo. Te convierte, de facto, en un líder.

La proactividad frente al cambio tecnológico

Ser proactivo es especialmente crucial en una era de cambio tecnológico constante. Alan, nuestro monje, era el más productivo, el mejor en la "mejora continua". Pero cuando llegó la imprenta, toda su eficiencia se volvió obsoleta. ¿Qué hizo?

"Es injusto, pero muchas veces el más enfocado en la mejora continua es el más afectado por el cambio tecnológico."

Alan podría haberse quejado. Podría haber liderado la resistencia contra la "máquina diabólica". Pero fue proactivo. Viajó en secreto, aprendió a usar la imprenta y se dedicó a mejorar el salto tecnológico. Entendió que la reinvención es la única habilidad que realmente necesitás.

Un líder proactivo hoy no le teme a la IA. Aprende a usarla. Experimenta con ChatGPT. Busca formas de automatizar su propio trabajo antes de que alguien más lo haga. No espera a que la empresa le dé un curso; toma la iniciativa y aprende por su cuenta.

Conclusión: el liderazgo es una decisión, no un cargo

Al final del día, ser un líder proactivo se reduce a una simple decisión. La decisión de dejar de ser un espectador. La decisión de tomar responsabilidad más allá de tu descripción de puesto. La decisión de actuar, aunque nadie te lo pida.

No necesitás que te den permiso para liderar. El liderazgo no es un título que te cuelgan en la puerta; es la autoridad que te ganás con cada decisión que tomás, con cada problema que resolvés, con cada iniciativa que impulsás.

La próxima vez que veas un problema en tu organización, una oportunidad de mejora, una necesidad no cubierta, no esperes. Recordá a Alan. Recordá el experimento mental. Y hacete la única pregunta que importa: si no lo hago yo, ¿quién?

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