👕 Este trabajo no se aguanta más

¿Qué estás haciendo con esa camiseta de la empresa?

Qué preferís, ¿USD85 hoy o USD7077 en 3 años?

Claro que no son números al azar.

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Hola estimado lector,

Invierno de 1997.

Salí de la oficina con los dientes apretados, cuatro minutos después de haber entrado con una sonrisa.

Quería decirle algo a mi jefe. Escuchar su respuesta. Pensar juntos. Nada de eso ocurrió.

Me cortó en seco con una sola frase:

“Hay que ponerse la camiseta.”

No me estaba escuchando.

No había nada para conversar. Nada para construir.

Yo hablaba de futuro y él tiraba factos (¿se usa así esta palabra de moda?).

Se sintió como una puñalada en cámara lenta. No tanto por lo que dijo, sino por lo que empezaba yo a deducir: no me iba a escuchar.

Recordaba el esfuerzo que habían hecho mis padres, mis abuelos, e hice lo que aprendí.

Me la aguanté.

Desde entonces escuché esa frase cientos de veces.

Y siempre me pregunté lo mismo:

¿De verdad alguien cree que funciona pedir que se pongan la camiseta?

Solo el 12,3% dijo que mejora su actitud al escucharla… Deben ser jefes primerizos.

“Hay que ponerse la camiseta” es la frase que un jefe usa cuando quiere culpar a otros de su fracaso.

Hace poco alguien me escribió en Instagram.

Estaba aguantando hasta fin de año. Le respondí rápidamente:

Tener un título no cambia nada si no cambias vos.
El valor que das no depende de un diploma.
Depende de lo que hacés con lo que sabés.
Depende de tu impacto. No de tu currículum.

En otras palabras, podés ser más valioso sin un título, y también podés tener un título y no valer nada más.

Lamento.

En realidad, no lo lamento.

Muchas personas hoy están aguantando en el trabajo.

Se dicen “afuera está peor”, “ya va a mejorar”, “es un mal momento para cambiar”.

Aguantando jefes sin rumbo.

Aguantando hasta recibirse.

Aguantando hasta que cambie algo.

Aguantando tareas sin sentido.

Aguantando promesas vacías.

Aguantando sueldos que no alcanzan.

Aguantando hasta que los echen.

En modo “ahorro de energía”.

Y mientras tanto, consumen batería igual.

Un poco más cada semana.

¿Estás aguantando en tu trabajo?

Esperando a que algo mejore, a que otro tome una decisión, a que el negocio prospere... ¿Algo de eso?

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El problema del aguante no es solo el desgaste.

Es que el aguante no te lleva a ningún lado.

Aguantar es una forma de dolor permanente, sostenido en el tiempo, latente.

Es dolor convertido en sufrimiento.

Pasamos la mitad de nuestra vida adulta y despierta, aguantando…

Tratando de compensar, infructuosamente, con la otra mitad.

“Que lleguen las vacaciones”, “El viernes”, “No aguanto hasta las 18 horas!”.

Aguantar genera resentimiento, con jefes, colegas… ¡Pero también fuera del trabajo!

Aguantar en el trabajo es un hábito. Y como todo hábito, puede desaprenderse.

Podemos convertir ese dolor en acción.

En transformación potencial.

Y volver a actuar.

Tantas veces como haga falta, para que la transformación sea real.

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